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Y llegó el gran día. El día que todos los padres sueñan cuando con apenas tres años escolarizan a sus hijos. Parece que cuando uno comienza esta andadura de la educación de los hijos queda muy lejano, pero siempre llega, y sin apenas ser conscientes de que los años iban pasando y los niños se iban haciendo mayores, de repente llega.
El viernes fue ese gran día, la graduación de nuestros bachilleres, los niños ya no tan niños, aunque siempre serán nuestros niños, que comienzan a recorrer un nuevo camino, con el siempre incondicional apoyo de sus familias, padres, abuelos, tíos…, que asistieron emocionados a la ceremonia en la que nuestros alumnos de 2º de Bachiller daban un paso más en su formación académica y personal.
Así lo destacó la directora del colegio, Beatriz Montalbán, quien concluyó su alocución con unas palabras que esperamos siempre recuerden: «Sed agradecidos cuando la vida os sonría y que la fe en vosotros mismos nunca decaiga».
Profesores, alumnos, tutoras, madres… fueron muchas las intervenciones, los mensajes de apoyo, los gestos animosos, los abrazos con sentimiento. En el tiempo que duró este emotivo acto se aglutinaban los recuerdos, saltaban las lágrimas pero, sobre todo, los presentes sonreían henchidos de orgullo.
El padrino de esta promoción, el exalumno Manolo Milán, también recordaba este momento en su discurso, que aunque como él mismo rememoró no era tan protocolario como ahora, sí que conserva la misma esencia: despedir con un hasta luego a una generación más que esperamos recuerde el colegio que les ha visto crecer. Como les transmitió nuestro excepcional padrino: «Que vuestra inocencia no se vea nublada por las reglas básicas de la madurez, el mundo en el que vivimos y las generaciones futuras os necesitan así».